Un equipo sin idea de juego. Un mediocampo inexistente. Un nueve que no hizo mérito alguno para tener la titularidad. Un técnico que no sabe plantear los partidos y que realiza mal los cambios. Juveniles que, de venir siendo figura, pasan a jugar 10 minutos por partido, o en su defecto, nada. En esto se convirtió San Lorenzo. // Por Julieta Natalutti.
Cuántas expectativas que había entre los hinchas en este comienzo del torneo Diego Armando Maradona. Si bien se sabía que el equipo era uno en formación, estaba a la vista que San Lorenzo tenía jugadores para conseguir llegar a lo más alto de este campeonato. Sin embargo, la realidad cayó como un baldazo de agua fría para la gente azulgrana, al darse cuenta que ese optimismo previo era solo debido a las esperanzas que cualquier hincha tiene para su equipo, y no lo que verdaderamente el plantel podía demostrar.
No se necesitó de mucho tiempo para entender esto. Tal vez algunos lograron darse cuenta en la primera fecha contra Argentinos Juniors, o tal vez lo venían negando y lo terminaron de aceptar con el partido frente a Talleres de Córdoba. Sea cual sea el momento, la verdad, es que todo San Lorenzo cayó en la cuenta de que el equipo no está en condiciones de competir en lo más alto, sino que, con suerte, lo podría hacer en lo más bajo.
Culpar a solo una persona sería una tontería por parte nuestra, porque esto es la culminación de un proceso largo y doloroso que el hincha tiene que vivir. Comienza en el 2017, con la contratación de ocho entrenadores en cuatro años. Lo sigue con la ilógica cantidad de refuerzos que terminaron no aportando nada al equipo, y lo ¿corona? hoy sábado, con el frío empate de local contra Colón de Santa Fe.
Sí, culpar a una sola persona sería una tontería por parte nuestra, pero la realidad, es que los hechos demuestran que, en este torneo, las consecuencias son resultados de actos de Mariano Soso. Pero para que el llegará, tuvo que intervenir una cadena de personas: empezando por el mánager y terminando por el presidente.
“Referenciate”, se lo escuchó decir en su primer partido oficial como DT de San Lorenzo, pero acá el único que tiene que referenciarse es él, porque se lo considera el capitán del barco, y su Titanic se está hundiendo. ¿De qué sirve tener dos grandes jugadores en tu equipo si no los vas a saber utilizar? ¿De que sirve tener juveniles que cada vez que ingresan se convierten en figura, si a la primera oportunidad los vas a sacar? ¿De qué sirve tener un técnico en el banco, si lo que menos hace es enseñar?
Lo que se vivió hoy en el Pedro Bidegain fue una sensación que hace tiempo no se vivía. San Lorenzo no logró hacer pie en ningún momento del partido, ni siquiera con el gol de nuestro goleador Bruno Pittón, que, si somos sinceros, llegó más de suerte que de búsqueda. Tal vez el equipo no logró generar buen juego durante los primeros 40 minutos, pero por lo menos intentó hacerlo. A la fuerza, sin mucha técnica ni táctica, pero lo intentó. El segundo tiempo se puede describir tranquilamente como una total desolación. Los jugadores se olvidaron de jugar, y se dejaron estar por el ajustado resultado que, hasta ese momento, le otorgaba esos tan necesarios tres puntos.
No obstante, se olvidaron que frente a ellos había un rival digno de respetar. Con una idea de juego clara, y jugadores capacitados para llevarla a cabo. Y fue en ese olvido, que la seguidilla de tragedias comenzó. Que el arquero sea figura, ya te da una idea de lo que fue el partido. Fernando Monetti tuvo una gran actuación individual bajo los tres palos que impidió que el resultado sea abultado. Pero sus compañeros se olvidaron de acompañarlo, dejándole todo el esfuerzo a él, que, por más que lo haya intentado, no pudo impedir los dos goles de la visita.
Si bien la defensa se mostró más solida que el partido pasado gracias al regreso de Alejandro Donatti, el mediocampo volvió a hacer agua: el capitán, Torito Rodríguez, justifica a todos los que lo criticaron en el inicio de este torneo. Y es que, el que se supone que debe ser el 5 de marca, dejó que todo el ataque de Colón lo pasara como si de un amateur se tratara. Lucas Menossi, quien no se sabe si su nivel es el que demostró en Tigre o el que posee actualmente, pero que no logra encontrarse en la cancha, siendo responsable de muchos espacios en su sector. Juan Ramirez, que a pesar de jugar en una posición que no es la suya, sigue resaltando dentro de todo lo negativo, teniendo grandes pinceladas cuando se adueña del centro de la mitad del campo, y conduce el ataque por ese sector. Y un Óscar Romero que, a pesar del gol de penal, se vio desdibujado a la hora de manejar la pelota.
Y mientras dentro de la cancha se vive un clima totalmente de incierto, en el banco, se encuentra Soso, que, en vez de dar respuestas, trae más problemas. Si se sabe que el equipo en cancha no viene funcionando desde hace varios partidos, ¿por qué no reacomodar el mismo? Mariano demuestra ser una persona totalmente reacia a los cambios, decidiendo hacerlos únicamente cuando el partido ya esta en su etapa final. Y en el banco se quedan jugadores como Mariano Peralta Bauer, los hermanos Palacios, Alexander Díaz y Agustín Hausch, todos juveniles que demostraron tener con que ganarse la titularidad, y que devolvieron la confianza con goles y grandes jugadas. Pero ¿cómo competir frente a un jugador que hizo carrera en Europa, que mide 1,90 y que en 8 años hizo nada más -y nada menos- que cinco goles?
Mariano Soso trajo más dudas que respuestas, más problemas que soluciones. Formó un equipo falto de autocrítica, y falto de hambre de gloria. Su San Lorenzo está al borde de quedar eliminado y de desperdiciar su chance fácil de acceder a la Copa Libertadores 2021. En un grupo donde, tal vez, debería sobresalir, el Ciclón no hace más que sombra a sus rivales. Se ve que el equipo plasma lo que el entrenador es en el club.
San Lorenzo logró sacar un empate que puede resultar valioso en el Nuevo Gasómetro frente a Colón de Santa Fe. En un partido que parecía perdido por 2-1, un penal apareció casi como un milagro, dándole al equipo la posibilidad de irse con un punto en su bolsillo. Sin embargo, ese punto sabe a derrota, porque -como otras tantas veces- San Lorenzo vuelve a depender de otros resultados para poder salir primero del grupo B de la Zona de Campeones.